jueves, 28 de mayo de 2009

25 abril de 2009. 1ª etapa: León-Pajares (72,40 kms.) Comienza todo

Nos levantamos a las 7 y media, curiosamente mejor que nos hemos acostado, y tras preparar las alforjas, montamos en las bicis y salimos en busca de algún garito para desayunar. Entramos en una churrería con la ilusión de empezar con unos buenos churros y salimos de ella con la misma ilusión: los churros han sido pequeños, escasos y no demasiado buenos. Nos vamos a la catedral con la intención de sellar y no hay sello que valga, así que empezamos a darle a los pedales por las calles de León, mosqueados por los coches y con ganas de ver tierra y árboles. Salimos siguiendo el curso del río Bernesga, no tardamos mucho en ver la esencia de este camino: las subidas, optimistamente llamadas bajadas inversas, entre encinas llegamos a la madre de todas las cuestas, la loma de San Pelayo, empujando entre dos logramos subir las bicis. El dúo metrero, Julio y yo, intenta una variante, desmontar las alforjas y uno las sube mientras el otro hace lo propio con la bici, el resultado es el mismo: muchos juramentos y mucho esfuerzo, sobe todo por lo resbaladizo del terreno, para remontar semejante cuestón. Seguimos entre toboganes, caen débilmente algunas gotas y empiezo a notar las primeras molestias en la rodilla izquierda. Paramos a ver la ermita del Buen Suceso y justo enfrente hay un bar donde decidimos comer: tortilla XXXL y unos bocatas, me unto una buena porción de Feldegel (pomada) y a rezar para que la cosa no vaya a más. Pasamos por la Pola de Gordón y Beberino, decidimos ir por Villasimpliz ya que el tiempo no estaba muy claro. Las molestias de la rodilla se transforman en dolor cada vez más agudo y la idea de la retirada empieza a pasar por mi mente, en Buiza sugiere Pedro que pruebe a subir un poco el sillín y a echarlo un pelín hacia delante, mano de santo, al poco tiempo el dolor remite alcanzando el grado de soportable, subimos la collada de Villasimpliz como podemos: un poco en bici y la mayor parte andando, cuando logramos llegar arriba el paisaje es digno de mención, tras la fotos de rigor nos espera una bajada de las buenas, con algo de barro otro pero ciclable, sin llegar a quitarse del todo el dolor de la rodilla va aliviándose.
Empezamos a subir el puerto de Pajares y me encuentro cada vez mas fuerte sobre todo de mente, enseguida pillo el ritmo bueno, paramos en Busdongo y mientras nos reagrupamos Luis, nombrado por aclamación ministro de Finanzas del grupo, aprovecha para comprar unos bollos típicos que nos ayuden a terminar de subir el puerto. Reanudamos la marcha cuando empieza a chispear y a bajar la temperatura, al poco nos encontramos envueltos en niebla y con una ventisca de nieve que nos acompañarán durante el resto de la subida. La colegiata de Santa María de Arbás apenas se distingue, entramos en un acogedor bar, con su chimenea encendida, donde nos metemos un reparador vaso de leche con miel. Cuando salimos la nieve empieza a cuajar en las alforjas, bajamos con mucha precaución por la escasa visibilidad y por lo mojado del pavimento, llegamos al pueblo de Pajares totalmente ateridos, casi no se podía frenar de lo helados que iban los dedos.Vamos al fabuloso albergue donde nos espera el primer ángel del camino: Marisa, a la que habíamos llamado anteriormente y que imaginando nuestro estado había puesto la calefacción a toda leche. Se desvive en atenciones y para colmo, nos obsequia con unas rosquillas para el desayuno hechas por ella misma. Nos vamos a cenar al único bar que hay donde aprovechando la posición de monopolio que tiene nos mete una buena clavada en la cuenta. Sin perder mucho tiempo nos vamos a dormir que mañana será otro día.

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