domingo, 1 de junio de 2008

A MODO DE BALANCE



Una vez pasado cierto tiempo y que las emociones han reposado es el momento de hacer balance. He disfrutado, he sufrido, me he emocionado, me he cabreado pero el saldo no puede ser más positivo, el único pero que le puedo poner a esta "aventura" es que en determinados momentos he tenido la sensación de ir demasiado rápido.

Me quedo con los momentos mágicos: la salida desde Cercedilla, el trato recibido en Villeguillo, el paisaje de cuento antes de entrar en Ciguñuela, el mecánico del taller "Manivela" de Serrada que nos ofreció toda su ayuda, el camino del canal de Castilla, el vino de las hospitaleras de Bercianos, la charla con Telesforo en el albergue de Puente Villarente, la atención de Isabel en Rabanal, el ambiente especial el albergue Pequeño Potala de Ruitelán, el encuentro con el peregrino alemán en el km 100 y por encima de todo la entrada al Obradoiro.

Gracias especiales a Tomás, José Javier y Felipe, inmejorables compañeros del camino.
Muchas gracias a todos los que me habéis mandado mucha fuerza con vuestros mensajes en este blog.

Empieza ahora mismo el camino del año que viene.

23 de mayo, viernes. MELIDE-SANTIAGO DE COMPOSTELA



No he dormido mucho esta noche, hace demasiado calor en la habitación del albergue. Me levanto con los andarines y meto la ropa que tenía húmeda en la secadora, mientras tanto se ha ido levantando todo el mundo y aquello parece el camarote de los Marx, gente por todos los lados, me abstengo de pedir 2 huevos duros por si acaso alguien me toma la palabra.

Salimos y ¡oh sorpresa! sigue lloviendo, en el primer bar a unos 15 mts. del albergue paramos a desayunar y descubrimos que la diferencia entre un croissant a palo seco y otro a la plancha con mantequilla y mermelada son 50 céntimos. Por unanimidad decidimos que vamos por carretera, los caminos deben estar hasta arriba de barro y nosotros con la etapa de Alcazarén ya tuvimos barro para hacer 5000 botijos. Vamos viendo peregrinos todo el rato ya que el camino cruza la carretera y en algunos tramos va paralelo a ésta. Tomás y José Javier van más finos y van por delante, yo a mi ritmo que Santiago no se va a mover de donde está. Ley de Murphy: si algo está mal siempre puede empeorar, empieza a jarrear que no se ve ni la carretera y encima con acompañamiento de rayos y truenos, afortunadamente cerca de Arzúa hay una especie de refugio donde vamos a parar 2 ciclistas brasileños, una pareja de italianos, una francesa y otro dos guiris de nacionalidad desconocida, ¡¡¡qué manera de llover!!!

En Arzúa se han refugiado mis dos amigos y allí se produce el reagrupamiento y venga chavales que ya queda poco para Santiago. De nuevo las piernas heladas que hacen dificil el pedalear, menos mal que a partir de Arca la lluvia cae mas fina y se hace más llevadero. Un poco más adelante dejamos el asfalto y volvemos a la tierra parece que por aqui los caminos están mejor y ya directos a Santiago.

Aguanto la emoción hasta la entrada la plaza del Obradoiro y una vez allí algo sucede por dentro, no es fácil de describir pero de repente un montón de sentimientos acuden todos a la vez y el nudo en la garganta no es fácil de deshacer. Toca cumplir el ritual: fotos, ir a la oficina del peregrino en busca de la Compostela, buscar donde dormir y luego lo que se tercie.

Lo que tanto tiempo he estado preparando ha llegado a su fin: atrás quedan las horas invertidas delante el ordenador buscando información, los correos intercambiados con otros bicigrinos, las charlas con Julio César (has visto esto, tienes aquello), las dudas eternas (¿estaré preparado? ¿llevaré todo lo necesario?) las salidas de preparación, etc.

22 de mayo, jueves. SARRIA-MELIDE



El día amanece fresquete pero con un sol espléndido, tras un copioso desayuno en un bar al lado del albergue tiramos millas para adelante, en ese continuo subir y bajar que es el camino en Galicia, hace un día para disfrutar de la bici, la humedad de las corredoiras refleja todo el agua caída en los días anteriores, algunas van pletóricas de agua lo que nos obliga a poner pie a tierra para evitar calarnos más de lo necesario pero el sol sigue brillando con fuerza. Pasamos por aldeas y pueblos, Barbadelo, Rente, Mercado, Cruceiro, en algún tramo la parada es obligada ya que una paisana está trasladando las vacas y ocupan todo el camino, la charla con est mujer es típica, a las preguntas que hicimos no dió ni una respuesta concreta. Hay que ver la habilidad que tienen los gallegos para estar en una tierra que llueve tanto y no mojarse nunca.

Cerca de Brea llegamos a uno de los hitos del camino, el mojón que indica que nos quedan 100 kms. para Santiago, coincidimos con un veterano alemán que lleva andados 2600kms, nos dice que salió en marzo desde Niuremberg y aparentaba más de 70 años, que le hablen a este hombre de tener prisa. Tras las preceptivas fotos de nuevo a disfrutar sobre las dos ruedas y a seguir llenándonos los ojos con todas las tonalidades de verde. Paramos en Portomarín, de infausto recuerdo par mi d cuando vine andando, y curiosamente el puente no me parece tan largo y la cuesta que sube hasta la plaza no es tan empinada, cosas de la relatividad. Compramos viandas en un super y a la salida empiezan a aparecer nubes, no nos decimos nada pero pensamos lo mismo, seguimos dándole a los pedales y al coronar el alto de Gonzar, encontramos un bar y alli decidimos pararnos a comer. Trabamos conversación con un mallorquín locuaz que nos cuenta fue ciclista profesional, entre bromas y bocados el cielo cada vez está más negro, salimos y al poco tiempo empiezan las primeras gotas, primero tímidas y luego ya apretando.

En el albergue de Ligonde decidimos parar porque aquello parece el diluvio, nos encontramos allí con una pareja de franceses con dos niños que están haciendo el camino con un par de burros, creo que ya han salido en periódicos y televisión. Cuando mas arreciaba la lluvia llega al albergue una chica sudafricana empapada de arriba abajo y aunque no hay plazas libres la hospitalera le dice que puede quedarse a dormir donde pueda. El agua sigue cayendo y no tiene pinta de parar, así que nos liamos la manta a la cabeza y como alli no pintamos nada decidimos irnos.

Los primeros kilómetros se hacen eternos, las piernas se han quedado heladas y los músculos tardan en calentarse, pasamos por Palas de Rey envueltos en una cortina de agua y la poca gente que hay en la calle nos miran con asombro ¡¡¡están locos estos romanos!!! Finalmente llegamos a Melide con la obsesión de buscar el albergue, quitarnos todo lo que llevabamos encima, menos mal que el chubasquero está respondiendo, y darnos una buena ducha reparadora. El albergue está casi lleno pero conseguimos cama. A pesar de que sigue jarreando nos vamos a casa Ezequiel, nos ponemos hasta las cejas de pulpo y unas cuantas cosas mas, ribeiro a tutiplén y un par de chupitos. Y a dormir que el albergue cierra a las 10. Mañana llegamos a Santiago.

21 de mayo, miércoles. RUITELÁN-SARRIA


En Ruitelán esperamos a Tomás y de nuevo estamos los tres juntos para afrontar el ascenso, de la Faba primero y luego de O'Cebreiro. El día ha empezado con lluvia y decidimos subir por carretera, la subida se hace larga pero manteniendo un ritmo constante se sube, en Piedrafita hacemos un descanso porque el agua esta cayendo con ganas, en cuanto ha escampado de nuevo sobre las bicis y camino de O'Cebreiro, según se va subiendo los paisajes son impresionantes y alguna rampa también pero al final coronamos en un momento de tregua de la lluvia.
La subida al alto de San Roque y al de Poio nos hace sufrir más que la de O'Cebreiro, hay niebla, lluvia fuerte y bastante frío, continuamos por carretera hasta Triacastela a la que llegamos helados por la bajada y la lluvia. En un albergue paramos a comer y a calentarnos ya que lo necesitábamos. Poco a poco la lluvia se ha ido calmando y en el momento de ponernos en marcha cae finita, emprendemos camino de Samos donde al llegar nos encontramos con la desagradable sorpresa de ver toda la fachada principal cubierta de andamios, tras esta pequeña decepción seguimos adelante y observamos que la rueda trasera de la bici de Tomás está algo descentrada dándonos cuenta que tiene roto un radio así que urge la llegada a Sarria para evitar males mayores. En Sarria después de la reparación de la bici y de un par de llamadas para buscar alojamiento nos vamos al albergue Los Blasones, en la calle donde están la mayoría de los albergues y con buenos bares para cenar y desayunar. En el albergue la dueña se enrolla bastante bien y para que no estemos pendiente de la colada se ofrece a meterla ella misma en la secadora y asi poder cenar tranquilos.