GRANJA DE MORERUELA - MOMBUEY
El día amanece gris y fresco, avanzamos por la
carretera hasta el puente de Quintos donde una vez cruzado le enseñó a Tomás
por donde va el trazado del camino, hacemos caso de la señal que desaconseja el
paso de bicicletas por ahí, continuamos por el asfalto hacia Faramontanos de
Tábara por donde pasamos sin ver un alma por sus calles, eso sí las chimeneas
estaban a pleno rendimiento. En Tábara, donde nació León Felipe, paramos a
tomar un café ya que, como viene siendo costumbre, habíamos hecho un desayuno
algo seco a base de barrita energética, chocolate y un plátano. El café hace su
efecto y decidimos dejar sendas firmas eso sí, en el de señoras que
presentaba mejor aspecto. Preguntamos a un señor mayor por el estado de los
caminos y nos dice que hasta donde el sabe están bien, pues son caminos de
concentración, pero que mas adelante lo ignora. Decidimos ir por la tierra y
vemos que aunque hay charcos al tener bastante zahorra el firme es bueno y se
transita con poca dificultad, llegamos a un desvío originado por el trazado del
AVE y cuando nos queremos percatar estamos atollados hasta las orejas, la
tierra arcillosa no está asentada y tenemos que coger las bicis en volandas,
meternos campo a través y retroceder hasta Tábara donde afortunadamente había
una gasolinera donde pudimos darle un manguerazo a las bicis para quitar el
barro que bloqueaba las ruedas y cubría los cambios y frenos. Convocamos un
cónclave y decidimos que por tierra hoy no ¡¡¡mañana!!! (José Mota dixit).
Cogemos carretera y manta pasando por algunos
pueblos donde algún vecino nos saluda y se nos queda mirando, a la altura del
embalse de Nuestra Señora del Agavanzal sale el sol, momento que aprovechamos
para tomar un tentempié energético, hacer alguna foto y aliviarnos de líquidos.
Al llegar a un cruce de caminos vemos que nos hemos saltado algún desvío porque
los carteles nos indican a la izquierda Mombuey y a la derecha Ríonegro del
Puente, nos hemos saltad unos cuantos pueblos del camino sin darnos cuenta. A
lo hecho, pecho, tiramos hacia Mombuey donde entramos en el bar La Torre para
comer algo sustancioso, nos preparan un bocata de tortilla francesa con bacon con un pan que estaba de muerte. Vamos a ver
la famosa torre y pasamos por delante del albergue que está cerrado, son las 3
y media y es un poco pronto para quedarnos. Nos da un barrunto y llamamos al
teléfono del albergue de Asturianos, nos dicen que está completo así que no lo
pensamos más y pedimos la llave. El albergue está bastante bien acondicionado,
por ponerle alguna pega es que hay demasiadas camas para las dimensiones del
local lo que deja poco sitio para moverse. Cuando nos acabamos de instalar
llegan otros 3 ciclista de ese pequeño país del noreste de España que se ve
entero desde un campanario, como lo definió el filósofo. Hay sitio para todos
así que sin problemas. La cosa se complica cuando al rato llegan otros 4
ciclistas madrileños plenos de juventud y contagiosas ganas de vivir la vida,
en un minuto revolucionan todo aunque nos advierten que no van a quedarse a
dormir, se van a tomar algo y no regresan hasta cerca de las 7, tras un rato de
juerga y cachondeo se van con intención de dormir en Puebla de Sanabria donde
han reservado en un albergue privado.
Sobre poco más de las 8 nos vamos a cenar, somos gente
de buenas costumbres, al bar la Torre pues hemos quedado satisfechos del trato
que nos dispensaron antes. Al poco aparecen los 3 catalanes, al parecer se han
fiado de lo que hemos contado del bar. Ellos a lo suyo y nosotros a lo nuestro,
cervezas y fútbol en la tele, cuando ya estamos cenando aparece un tío vestido
de ciclista que venía buscando la llave del albergue, nos extrañó que llegara
alguien a esas horas, habla con los otros peregrinos y se marcha apareciendo
mas tarde para cenar. Nos vamos al albergue y cuando ya estamos a punto de
caramelo aparece el resto de la troupe. Oración, despedida y cierre.
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