VILLEGUILLO - TORO
“No por mucho madrugar amanece mas secano”
Parece que no ha parado de llover en toda la noche
y sigue. Nos levantamos a las siete y cuarto porque hoy toca etapón. Entre
desayunar, montar todo el belén de las alforjas, limpiar otro poco y demás
historias nos dan las nueve menos cuarto, devolvemos la llave del albergue y en
un momento de lucidez nos damos cuenta que no hemos salido de Villeguillo y ya
estamos empapados ¡qué bonito es ver llover! Tras casi 4 kms. pasamos por
Llanos de Olmedo, ni un alma por las calles, después toca Aguasal donde hay una
laguna al lado de la carretera llena de bichos plumíferos que decidimos
denominar fochas y como nadie nos lleva la contraria así quedan bautizados. En
un plis plas llegamos a Olmedo, pueblo grande y caballero (of course), donde ya
empezamos a ver los primeros signos de vida sobre todo escolares camino del
colegio disfrutando como nosotros de esta maravillosa lluvia. Seguimos según el
guion previsto por carretera hasta Medina del Campo pasando antes por Pozal de
Gallinas, del que no puedo decir mucho ya que no está el día como para hacer
turismo.
Atravesamos Medina del Campo un poco atufados por
la cantidad de tráfico que hay, pasamos por delante del Monasterio de Santa
María la Real y un poco mas adelante hacemos una parada técnica, el plástico
que protege las alforjas de Tomás va rozando con la rueda, lo apañamos como
podemos y, al no haber ninguna línea más, continuamos para bingo. Llegamos a la altura de la desviación del
camino “oficial” y, dado que no hemos traído ningún arma para defendernos de
los cocodrilos que se esconden en semejante lodazal, continuamos por lo negro.
En Nava del Rey decidimos parar a tomar un café
para entrar un poco en calor, nos recibe un paisano que nos advierte de los
peligros del camino: nos pueden robar todo, atropellar un coche de portugueses,
etc., eso sí no dice nada sobre si podemos ser poseídos por bellas ninfas, se
despide contándonos un chiste de gallegos de los que tiene serias dudas
sobre su higiene. Por aquello de poner algún sello en la credencial me encamino
al ayuntamiento donde una bella y eficiente funcionaria no me pone la más mínima pega al respecto,
aprovecho para comprar en una farmacia una pomada que conozco pues presiento
que vamos a hacer mucha carretera y quizás se resienta la junta de la culata.
Cuando vuelvo veo a Tomás soportando a un sujeto que no hace más que repetir:
“qué mal día hace”, también nos aconseja hacer el camino en moto mejor que en
bici, como dice Tomás y yo corroboro: “nos tocan todos los nenaos”. Nos
apretamos un café que nos resucita y damos solución definitiva al puñetero
cubre alforjas entre la expectación de los parroquianos del bar a los que
parece interesar más nuestras maniobras que el programa de Ana Rosa que echan
en la tele en ese momento.
De nuevo en la carretera hacia Alaejos, que al
final no lo está tanto, nadie en la calle para variar. En Castronuño pido
tiempo muerto porque quiero hacer recuento de los dedos de los pies, llevo un
buen rato sospechando que me falta alguno. Paramos en una gasolinera para mover
un poco los pies y entablamos conversación con el empleado que la atiende, nos
invita a pasar a la oficina para que nos caldeemos un poco, por fin una persona
sensata. Nos aconseja que sigamos por carretera porque los caminos están en
pésimas condiciones, según nos cuenta la ciclogénesis explosiva, o como leches
se llame, ha pasado por aquí y ha dejado su huella encharcando todo. A pesar de
la entretenida charla y el calorcito salimos hacia Villafranca de Duero con el
aliciente de ir algún kilómetro pegado al río Duero y al canal de San José que
va de agua hasta las trancas. Nos anima el estar a muy pocos kilómetros de Toro,
como canta Maná: “sigue lloviendo, sigue lloviendo…”. La carretera va
prácticamente paralela al camino y vemos que efectivamente está embarrado.
Nos recibe la tornera y avisa a Rosario, la tía de
Tomás, a partir de este momento no creo que sea capaz de describir
fidedignamente lo que esas religiosas transmiten, una calma y una paz interior
que yo no he encontrado antes. Nos dejan el piso de arriba de la hospedería que
tienen para las visitas de familiares, nos quedamos con una habitación con dos
confortables sofás cama, al abrir lo que parece un enorme armario descubrimos
una cocina completa, con microondas, fregadero y con café y otros alimentos.
Vamos a ser recibidos por toda la comunidad así que nos duchamos y bajamos a
una sala donde en unos minutos aparecen todas las monjas, hablamos principalmente
del Camino de Santiago y preguntan casi con emoción, sentimiento que nos
contagian. Estos momentos creo que no se me olvidarán nunca. Se retiran y
Rosario y otra hermana nos traen la comida incluso vino y café. Sin palabras
nos quedamos.
Volvemos a la habitación para ir distribuyendo la
ropa por los radiadores ya que estaba chorreando agua, la verdad es que no
me explico como puede estar así con el tiempo tan maravilloso que nos ha hecho.
Salimos a dar una vuelta por la ciudad, vemos las maravillosas vistas del Duero, la
colegiata, compramos algo para el desayuno y tras echamos un par de botellines
en un bar lleno de parroquianos viendo los toros volvemos al convento a
recogernos. En la escalera de acceso a nuestra habitación nos encontramos con
una bolsa llena de viandas y una nota diciendo que era para nosotros, flipamos
de nuevo. Como hemos madrugado nos acostamos prontito que mañana es día de
escuela. A ver si hay suerte y no llueve mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario