XUNQUEIRA DE AMBÍA - A LAXE
Empieza el día sin lluvia pero con el cielo lleno
de nubes amenazantes. Aparejamos nuestras monturas y tras echarnos al coleto el
tentempié mañanero dejamos el albergue. En esta parte el trazado alterna tierra
y asfalto pasando por diversos pueblos y aldeas (Outorelo, APousa, Salgueiros…)
antes de llegar a Orense hay que atravesar el polígono industrial de Seixalbo,
vamos con cien ojos pues el tráfico es intenso sobre todo de camiones y
vehículos industriales, tras algunas subidas y bajadas entramos en la ciudad.
En una rotonda nos despistamos y tomamos la salida equivocada, tras algunos
metros nos damos cuenta que por ahí no es y preguntamos a una señora que
amablemente nos indica la dirección correcta. Vemos una cafetería y
aprovechamos para desayunar, la clientela nos mira por unos instantes pero
enseguida vuelven a lo suyo. La tostada que nos ponen es de pan de molde y los
dos añoramos las de pan de pueblo que hemos degustado en otros sitios.
Callejeamos entre el tráfico de Orense hasta llegar
al puente romano sobre el Miño donde aprovechamos para hacer algunas fotos,
empieza a llover. De las dos alternativas que hay para salir del fondo de olla
que es esta ciudad nos inclinamos por la del barrio de Cudeiro, por cierto no
vi al chino por ningún lado, la otra opción, la costilla de Canedo, ya la había
subido yo en 2008 y es una subida con un desnivel de impresión sin tregua
alguna. Cudeiro tampoco es manca con el añadido de que el suelo es de
adoquinado, menos mal que ha dejado de llover. Logramos coronar bajo una lluvia
intermitente y nos paramos a recuperar el resuello aprovechando para contemplar
las vistas que se nos ofrecen desde esa altura. Continuamos y vamos a parar a
una trampa de barro que nos hace recular y coger otra alternativa que nos acaba
llevando a ningún sitio ¡vaya día que llevamos! Preguntamos a una señora que
nos contempla desde la puerta de su casa y cuando nos está indicando aparece el
marido y se inicia una pequeña discusión ya que éste considera que es mejor ir
por otro camino, tras un tira y afloja prevalece el criterio de la mujer como
no podía ser de otra manera. Tras algún kilómetro más de lo previsto retomamos
el camino correcto y para celebrarlo se une nuestra compañera inseparable: la
lluvia, a la que ya echábamos de menos.
Entre asfalto y tierra y tierra y asfalto llegamos
a Cea, famoso por su pan, llueve de lo lindo y paramos en un bar al lado de la
carretera para reconfortarnos un poco. Pedimos un par de trozos de empanada y
cuando el dueño acaba de arreglar el mundo con otro cliente nos cuenta que el
relleno de la empanada lo hacen ellos y luego lo llevan a uno de los muchos
hornos que hay en el pueblo, lo cierto es que está buenísima. Sale el hombre
por una puerta tras el mostrador que deja entreabierta lo que nos permite
contemplar que del techo de esa estancia cuelgan todo un homenaje a la matanza:
costillares, chorizos, jamones y demás viandas que el cerdo proporciona,
hacemos algunos comentarios que son respondidos con la tradicional sorna
gallega.
La cruda y mojada realidad nos espera, llueve con
más fuerza que antes o al menos eso nos parece, es una zona de toboganes y en
las bajadas parecen clavarse como alfileres. Entramos en la provincia de
Pontevedra por A Gouxa, un poco más adelante paramos a tomar algo caliente en
Castro Dozón, estamos ateridos. Son las 3 de la tarde y nos parece pronto para
terminar la jornada aunque la lluvia invite a quedarnos. Miramos los apuntes
para ver cual es el siguiente albergue y vemos que apenas quedan 18 kms para A
Laxe. Tomás lee un poco el periódico mientras yo me evado unos minutos de este
mundo. Cuando me despierto decidimos seguir.
Aunque parece que llueve menos nos da igual sabemos
que es imposible que la vestimenta sea capaz de absorber mas agua, así que con
este ánimo seguimos pedaleando por el arcén de una carretera con poquísimo
tráfico. Un poco antes de llegar a Lalín el sol se atreve a salir y nos alegra
un poco el día pero un desaprensivo, por decirlo de manera suave ya que su
madre no tiene culpa, se salta un stop y casi se estampa Tomás contra él, yo
que iba detrás pensé que el choque era inevitable. El santo parece que estaba
al quite y todo ha quedado en un susto. Me comenta Tomás cuando llego a su
altura que cree que ni siquiera le ha visto pues parecía más interesado en
contemplar a la conductora del coche que tenía enfrente.
Tras atravesar un polígono industrial llegamos
al albergue de Laxe donde decidimos dar
por terminada la etapa de hoy. La hospitalera nos atiende con amabilidad y nos
aloja en una habitación donde hay 2 peregrinos alemanes. Es un edificio muy
grande que además sirve como centro social dedicado a diversas actividades.
Tiene todo tipo de equipamiento y está muy bien cuidado, de lo mejo que hemos
visto en el camino. Al rato de estar allí llega otro ciclista con un considerable
equipaje. Entablo conversación con él y me cuenta que ya está de retorno.
Empezó en Guadalajara siguiendo la ruta del Cid hasta Burgos donde conectó con
el camino Francés y ahora está volviendo por el Sanabrés y la vía de la Plata
hasta Plasencia para desde allí ir hasta su pueblo, Arenas de San Pedro ¡y sin
darse importancia! Coincide conmigo en que lo que más pesa no es la acumulación
de kilómetros sino el estar fuera de casa tantos días.
La hospitalera nos indica que hay 2 bares cerca
para poder comer algo. Nos inclinamos por uno llamado “Onde Antonio” en el
polígono industrial a unos 500 metros. Nos tomamos un par de cervezas viendo el
fútbol, leyendo el periódico y navegando un poco por internet, pues el local
dispone de Wi Fi. Cenamos bien y cuando nos disponemos a marchar nos dice el
encargado que si no esperamos 5 minutos nos lleva en coche al albergue ya que
le han encargado cena allí. Bonito detalle que nos despreciamos y volvemos
motorizados.
Cumplimos escrupulosamente el horario habitual y a las
nueve y media ya estamos en la piltra. Me pongo los auriculares para escuchar
el partido del Madrid pero no llego a oír ni el pitido inicial
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