MADRID-ESCALONA-VILLEGUILLO
“No podemos manejar el viento pero si podemos dirigir las velas”.
La frase del calendario que hay en mi mesa de
trabajo parece toda una premonición. Llueve en Madrid, llueve en Segovia y en
Escalona, lluvia, lluvia, lluvia, que buena es para el campo y que mala para
pedalear.
Llego a Escalona donde mis tíos, Espe y Paco, me han esperado para comer, gracias por la comida y por quedaros para despedirme. Termino de preparar las alforjas, repaso si me dejo algo y entre unas cosas y otras se nos hacen casi las 4 de la tarde, momento que queda plasmado en unas fotos que nos hace Antonia en la plaza con el ayuntamiento y la iglesia como mudos testigos del comienzo de este periplo que nos llevará a la misma plaza del Obradoiro si no hay contratiempo que nos lo impida. Nos deseamos buen camino con un abrazo y tras despedirnos de Antonia salimos rumbo a Aldea Real pues elegimos la opción B, ya que el trazado pensado como primera opción, ir por la ribera del Pirón, suponemos que está demasiado embarrado dada la gran cantidad de agua que ha caído en los últimos días.
Pasamos por la plaza de Aldea Real donde unos
guardias civiles dentro de un coche
deben preguntarse que donde irán estos con la que está cayendo, si por
casualidad se enteraran que vamos a Santiago fliparían. Llegamos a
Pinarnegrillo empapados bajo una lluvia incesante pero no muy intensa. En lugar de tomar el camino que lleva a
Navalmanzano tomamos una carreterilla que se
supone nos lleva a la general y avanzaríamos algo, craso error, el
escalafón se había movido y la carretera general había ascendido a autovía y no
podíamos circular por ella, afortunadamente coincide con el trazado de la
ribera del Pirón y con algún recelo que otro nos lanzamos al camino que vemos
que está más o menos ciclable. Llegamos al lugar elegido para cruzar a la
margen izquierda pero está muy crecido, es lo que tienen estos ríos que con la
lluvia se vienen arriba, en ese momento nos damos cuanta que con las prisas
ninguno ha echado una “zodiac” en las alforjas ¡qué cabeza tenemos! (entiéndase
como se quiera). Media vuelta y a seguir por el camino donde nos espera lo
mejor de la jornada: un camino infernal lleno de barro que, por si no estaba ya
demasiado suelto, un todo terreno que nos precede se encarga de remover un poco
más. Por fin llegamos a la carretera a la altura de Navalmanzano sin llegar a
entrar en el pueblo, justo en una rotonda que hay al lado de la autovía,
conclusión: hemos perdido tiempo y categoría, esta última por todas las pestes
que hemos ido echando.
En el asfalto recuperamos algo de tiempo al ser llano permite un buen ritmo de pedaleo, llegamos a Navas de Oro y visto el
éxito obtenido anteriormente elegimos carretera para ir a Coca donde a la
entrada nos espera una cuesta
interesante por poner un adjetivo que no suene malsonante, no vaya a ser que
con los tiempos que corren me censuren el blog. Paramos a comprar el desayuno
de mañana: leche, plátanos y unos donuts tamaño XXXL. Una paisana cree que los
caminos estarán poco transitables y nos recomienda carretera ¡cómo si
hubiéramos pensado otra cosa! Dejamos Ciruelos de Coca a la izquierda y
llegamos a Villeguillo mas empapados que Bob Esponja (que vive en una piña
debajo del mar) y pensando que por el camino habíamos perdido los dedos de los
pies pues no los sentimos. Anunciamos nuestra llegada en el bar para que nos
preparen cena y vamos en busca de la llave del albergue para tomar posesión de
él.
Hace algo de frío pero rápidamente ponemos un calefactor en la zona de las literas y montamos el tenderete para poner a secar todo lo que llevábamos puesto. Una ducha reconfortante nos entona y terminamos de entrar en calor con un poco de barrido y fregado que le damos al albergue.
Nos vamos a cenar y en el bar los parroquianos discuten como van a
hacer la quiniela comunal mientras nosotros nos dedicamos a lo que hemos ido, a
cenar: ensalada de pasta, 2 filetes de cerdo empanados y arroz con leche,
acompañados por unas Cruzcampo y a dormir que mañana hay que madrugar, nos
espera una etapa larga.
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